El costo de la matrícula en Cajamarca

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Por: Ricardo León Aguilar

Agosto de 1945 será un mes que jamás olvidarán los japoneses. En ese mes el presidente Truman de los Estados Unidos cometió la más irracional y asquerosa acción, ordenó el lanzamiento de dos bombas atómicas. Las ciudades perjudicadas fueron Hiroshima y Nagasaki. Estos sucesos destruyeron económica y políticamente a Japón. A partir de aquellos momentos, se redefinió políticas para recuperarse de la devastadora situación que le había dejado la guerra. Se establecieron acciones que desarrollen la capacidad económica del país, para luego, ligarlos con un desarrollo tecnológico.

Hoy, Japón es una potencia mundial. Su desarrollo alcanzado es envidiado en diferentes continentes. La pregunta lógica es ¿cómo llegó a tal desarrollo luego de la debacle de la segunda guerra mundial? La respuesta que nos enseñó el país oriental fue la de invertir en su educación. Es por ello que en 1970, la exposición de comercio en Osaka, dio a conocer al mundo que Japón se restablecía, poco a poco, de las penurias que había sufrido.

Aquello nos demuestra que si un país invierte en educación, a la larga le traerá buenos resultados; no solo a nivel intelectual, sino también, económica y política.

Esto no es nada nuevo, la mayoría de países establece dentro de su normatividad un lugar especial al derecho a la educación. No ajeno a ello la Constitución Política del Perú, desde su artículo 13º hasta el artículo 19º prescribe una serie de falacias acerca de la educación peruana. Sostiene que el fin de la educación es lograr un desarrollo integral de la persona, lo cual es totalmente falso en nuestra realidad; basta recordar a los escolares que pretendían derribar parte del complejo arqueológico de Chan Chan en la Libertad. También habla que la educación inicial, primaria y secundaria es obligatoria cursarlas, sin embargo, el analfabetismo en el Perú sigue por encima del 8%. En muchos lugares del país, el colegio más próximo se encuentra a dos horas de camino haciendo que el alumno salga antes de la cinco de la mañana para llegar a tiempo a su centro de estudio.

No resulta raro afirmar que estos conceptos jurídicos enmarcados en nuestra carta magna, no se enmarcan dentro de la realidad. Pues, la desatención que hace el Estado a la educación es alarmante y vergonzosa. Por su lado los maestros son mal remunerados, burlados, tratados como la última rueda del coche y aún así, el Estado pretende exigirles calidad. Para ahondar el problema, muchos padres de familia de colegios estatales, se quejan de los maestros. Crean asociaciones que son en parte los culpables de las malas administraciones de los colegios y así el deterioro de la educación.

Todos los años cerca de marzo, las denuncias sobre cobros de matrículas en colegios estatales saltan a los medios de comunicación. Los padres de familia se rasgan las vestiduras cuando al momento de matricular a sus hijos les cobran un monto de dinero. Estos sujetos creen que el estado cumple su verdadera función, pero no tienen la inteligencia de averiguar si es que el Estado les dota a los maestros de materiales logísticos para que enseñen a sus hijos. Tal vez en colegios limeños lo hacen, pero en Cajamarca, ni siquiera, les proporcionan tizas. La desfachatez y sinvergüencería de algunos progenitores, pretenden encima de todo, que sus hijos reciban educación de calidad sin ni siquiera pagar algo por ello.

Si bien es cierto que la educación debe de ser gratuita y accesible a todas las personas, no debe de ser el motivo para querer recibir todo sin dar nada a cambio, pues, nuestra realidad no lo permite. Los costos de las matrículas, son importantes en nuestro medio, por lo menos, con ello los maestros pueden obtener algunos materiales necesarios para la enseñanza.

No permitamos que padres de familia equivocados, causen desórdenes injustificados al momento de las matrículas en los colegios estatales.

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