Alcalde y presidente regional en huelga

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Ricardo León Aguilar
rleon.aguilar@yahoo.com

Una de las personas más sabias de Cajamarca, amigo mío, me preguntó ¿qué sucedería si a los alcaldes o presidente regional se les ocurriera entrar en huelga? Realmente la pregunta me hizo reflexionar por unos prolongados minutos. Ante mi silencio, nuevamente me realizó otra pregunta ¿qué sucedería si en vez de los alcaldes o presidente regional, el que entra en huelga es un barrendero de la ciudad?

Al tener las dos preguntas, traté de esbozar una respuesta. Si un alcalde o presidente regional entrara en huelga, realmente no pasaría gran cosa, -respondí-. Pero, si un barrendero entrara en huelga, la ciudad se ensucia y puede traer consigo un foco infeccioso muy peligroso.

Estas reflexiones, traen consigo una valoración de los cargos que ocupan ambas persona. Las autoridades elegidas democráticamente, ostentan el máximo cargo político y, de ellos depende la continuidad de la línea política, pese a ello, no son indispensables para gerenciar una municipalidad o gobierno regional. La gestión de las municipalidades o gobierno regional recae directamente en las diferentes gerencias. Aún así, ellos son los responsables de la gobernabilidad de la localidad. Por otro lado, tenemos a los barrenderos que gastan un gran esfuerzo físico y son los responsables directos de la salubridad de las calles.

En teoría, para llegar a un cargo político se necesita de liderazgo para detentar autoridad. Casi siempre esta última palabra es entendida como la facultad que tienen algunas personas para mandar déspotamente a sus adeptos. Empero, experiencias de buenos gobiernos, fuera y dentro del país, ha sido cuando la persona que asume un cargo ejerce liderazgo, pero, considerándolo como servicio hacia los demás y no servicio propio. Así, se ubica en el último lugar de la fila y hace un acompañamiento directo y cercano a sus adeptos, guiándolos. Esta acción les da autoridad. En ese sentido, no necesitaban del reconocimiento público o dar órdenes para plasmar su autoridad. Como ejemplo en Cajamarca, tuvimos al obispo emérito de la ciudad, el ya fallecido Mons. José Danmer Bellido. Él, no necesitaba hacer gala de su condición de obispo para poseer autoridad y ejercer así un liderazgo. Es más, mucha gente lo llamaba “Don Pepe” rompiendo las formalidades. Jamás perdió la autoridad y liderazgo, logrando trabajar coordinadamente a la Iglesia Católica, sociedad civil y Estado.

Hoy las autoridades necesitan reconocimientos públicos y ganar un buen sueldo para hacer sentir su autoridad. Pero, la verdad quisiera saber si alguna autoridad, política, militar, policial o religiosa realmente poseen verdadera autoridad. La respuesta me atrevo a decir que es negativa, ya que no debemos confundir a una autoridad con un jefe.

Volviendo nuevamente al punto; la semana pasada se plasmó en una encuesta realizada por este medio de comunicación (www.elclarin.pe), la desaprobación de la población a la actual gestión del Presidente Regional, Jesús Coronel Salirrosas. No obstante, en los últimos años, cualquier encuesta que pretenda medir la aprobación de un gobierno, será irremediablemente negativa para la autoridad. Del mismo modo, la población jamás participa dentro de las diferentes mesas, planes de concertación o presupuestos participativos. Algunas instituciones muy ligadas al desarrollo sí participan, pero en la mayoria de casos no poseen una legitimidad real de la población. Muy a mi pesar ningún ciudadano se involucra directamente en la conducción de su pueblo.

Sin embargo, no creo que refleje necesariamente el desinterés que tiene la población hacia la política y la gobernanza de su localidad. Sino que es una consecuencia de la falta de autoridad de la persona que ostenta un cargo político. Dentro de estas premisas me pregunto ¿nuestros políticos hablan con autoridad? Creo que la respuesta es negativa para ellos, ninguno habla con autoridad. Entonces ¿por qué les denominamos autoridades? El nombre correcto que debe ser utilizado debe ser “persona sin autoridad”. Así debe ser nombrada en los desfiles escolares, inauguraciones de obras y demás eventos públicos.

Para tener autoridad, su cargo debe servir en algo a la sociedad. En estos tiempos sólo ha servido para solicitar vacancias, revocatorias, investigaciones de viajes pagadas por una “disque” universidad (UAP), cuestionamientos a su gente de confianza, como en el caso de los diferentes gerentes regionales de Jesús Coronel, que por poco fueron sacados en burro en algunas provincias Cajamarquinas. Todo ello, les hace perder autoridad y trae consigo un retraso en Cajamarca, ya que la gente no se siente representada en sus autoridades sin autoridad. En esa disyuntiva, el trabajo del barrendero realmente es más importante que todas las acciones de estas personas. Ya que sin ellos, estaríamos en una ciudad del caos, que abundarían las pestes y la condición humana se degradaría.

Otra situación que exalta mi capacidad vomitiva, son los slogans que cuelgan fuera de las instituciones públicas en Cajamarca “Trabajando con honestidad” como si no fuese su obligación de hacerlo. Acaso los elegimos para que no trabajen con honestidad, pues no, los elegimos para que hagan una buena conducción del aparato estatal. Lamentablemente nos engañan con sus campañas asegurándonos que ustedes serán las personas más probas para ostentar el cargo que les encomendamos. Nefasta mentira que siempre tratamos de remediarlo muy tarde. Esta dicotomía en esperar elegir el mejor y al final elegir al peor, acaba rompiendo la poca estructura democrática que poseemos en el país. Además de la confianza, que aún tenemos algunos, en una buena conducción del país.

Por otro lado, aparecen los gallinazos materializados en partidos políticos oportunistas. Enarbolando slogans como “El Perú Avanza” la pregunta lógica es ¿hacia dónde? Porque al desarrollo no llegamos ni aunque estuviésemos a un paso. Si su líder fundador reviviese de seguro se vuelve a morir al ver al partido que han convertido.

Ante todo ello, es menester nuevamente responder las preguntas iniciales, los barrenderos, no ocasionan tantos líos, como las autoridades, cuidan nuestra salud, realizan un trabajo esforzado barriendo a media noche. Sin embargo, no son los debidamente valorados de las municipalidades. Pese a ello, los malos políticos poseen gloria mal ganada, sueldos desmesurados y un carácter déspota y se convierten en terroristas de la gobernabilidad del país, sembrando la desconfianza y a una juventud asqueada de la política actual.

1 Comentário:

Teresa Santillán dijo...

Es muy cierto las autoridades siempre están el huelga.

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